Estoy muerta de miedo. Juan Pablo recién tiene dos meses y una semana, y el día martes, sin posibilidad de realizar otra cosa, retomaré mis estudios de literatura. No quiero. No quiero dejarlo solo, aunque literalmente no sea así y yo vuelva en dos horas, pero siento culpa. Culpa, porque sé muy bien que quería antes que naciera Juan Pablo, pero no sé muy bien que quiero ahora que él está acá. Me gustaría poder llevarlo conmigo, que hiciese mejor tiempo y que me acompañase, aunque no estoy segura si eso es lo mejor para un bebé. Quizás lo mejor sería tener la posibilidad y la valentía para quedarme en casa y dedicarle un cien por ciento de mi tiempo, pero no sé si quiera realizar eso, si me sentiría totalmente feliz no estudiando o sin hacer clases y por lo mismo, no sé si podría transmitir esa felicidad a Juan Pablo.
La única claridad que tengo es que deseo, con todas las fuerzas, que Juan Pablo sea feliz, desarrolle al máximo sus potencialidades, crezca rodeado de una familia que lo ame, que tenga una relación fuerte con su padre, que nos vea a su papá y a mi felices, no sin problemas, pero si felices, cercanos a Dios. Pero tengo miedo, no quiero volver a ese espiral de creer que puedo con todo, con la Universidad, la casa, el trabajo y con mis propios miedos. No quiero sumergirme en el torbellino en que la gran cantidad de actividad me hace olvidar esos miedos profundos que aparecen cada noche y el agotamiento diario me hace ir desapareciendo más rápido, no puedo. Hoy no puedo. Juan Pablo está ahí recordándome que vale la pena seguir viviendo, dolida, confusa, molesta, sin certezas.
Yo quizás no es lo que hoy deseo, pero sí lo que he deseé o lo que creo me permitirá sentirme mejor a largo plazo, pero no puedo dejar de pensar en todas esas personas que no salen de su casa porque "quieren o quisieron", sino que ven la necesidad de dejar a sus bebés, a cargo de otras personas, que a su vez se han postergado y también han dejado a sus bebes a cargo de otros, etc. Duele, duele porque desde que nació Juan Pablo me doy cuenta de lo agradecida que debo estar de tener ciertos medios económicos, para poder vacunarlo, para poder dejarlo con alguien que lo estimule, para no tener que sacarlo de la casa a pesar del frío, para poder comprarle la leche que no pude darle.
Creo que la sociedad en conjunto con el estado debería garantizar la posibilidad real que las mujeres concilien sus expectativas laborales, sus posibilidades de profesionalizarse con ser madres y esposas. Ahora me doy cuenta de lo egoísta que muchas veces fui con mis amigas madres, no darse el tiempo de ir a verlas, no ofrecerme a quedarme con el pequeñín, no ayudarlas con las tareas de la casa o simplemente, no ser un oído más atento, de cierta manera no es ayudar a conciliar dos puntos que permiten el desarrollo de la persona en su totalidad, porque es distinto alguien que no desea seguir el camino profesional, a la que lo omite por miedo, por falta de redes de apoyo. Ya que a pesar de que su entrega a su familia sea sincera, más tarde que temprano, cuando cada uno de sus hijos crezca, seguro sentirá un vacío por eso que dejó de hacer y es justamente esto lo que como sociedad debemos evitar.
No sé muy bien cómo desde las políticas públicas esta situación mejoraría, porque creer que un aumento de las salas cunas, la extensión de horario escolar, los programas "after school", permiten que las madres trabajen tranquilas, me imagino es más una falacia, un slogan de campaña, que una realidad. Quizás si una mujer se le permitiera realizar ciertas labores desde su hogar, si ella así lo desease, o llevar a su hijo al trabajo si esto fuese compatible o sala cunas en el mismo lugar en el que ella trabaja y no a dos horas, ayudaría a que estos aspectos pudiesen ir acercándose, achicando esa brecha que hoy parece imposible de cerrar, sobre todo si los medios económicos no son suficientes.
Les dejo un video que me ha motivado a escribir esta entrada; porque me duele pensar que quizás en otro contexto, seré yo la que cantaré canciones para otros niños mientras a Juan Pablo otra persona le canta.
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