martes, 17 de septiembre de 2013

Más mala madre de lo que quisiera

Ya son cuatro meses de alegría, de sorpresas, de miedos, de sonrisitas, de carcajadas al sacarse la ropa. De revisión, de volver a pensarme una y otra vez, de volver a pensarme y volver a pensarme, pensarme y pensarme. De tratar de buscar lo que quiero, qué necesito, qué es lo que me haría más feliz  y muchas veces no sé. Puedo gastarme días enteros pensando, pero al ver al pequeño Gugu pierdo la noción de todas las horas de pensamiento anterior, solo quiero que esté feliz, que sonría, que me mire y mire al resto con esos ojos brillantes siempre.

Se supone que con cada embarazo, que el ser madre me haría aprender muchas cosas y lo que más he  aprendido es que nunca más volveré a estar tranquila, porque si mi gugu no hace caquita a mi me duele hasta el alma cuando veo que hace fuerzas y a pesar de eso su malestar estomacal no se le quita, ser madre a pesar que es una opción que elegí  y me llena de alegría cada día, no termino de sentirme segura sobre si seré capaz de continuar en este camino sin antes volverme más loca de lo que estoy. Pocas veces he sentido tan fuertemente esta lucha interna entre lo que debo ser y lo que sin querer soy. Qué ganas de poder desterrar de una vez todo lo que no quisiera que Juan Pablo fuese, que ganas de controlar las lágrimas, los gritos, que ganas de dar siempre la leche con gusto, de siempre tener la paciencia para pasearlo cuando el quiere, ojalá nunca sentir cansancio cuando despierto por las noches o pensar: antes podía...  

Pero no puedo ser otra mamá aparte de la que soy, esta soy con muchas ganas de mejorar, de hacer feliz a mi bebé, de dedicarle todo el tiempo posible... pero no siempre se puede, el trabajo, los estudios, llevar la casa ha ido consumiendo poco a poco el tiempo que quisiera ir dedicándole:

1. Olvido darle a diario las gotitas ABC que son 10 cada día, día por medio se las doy, un día sí, dos no.
2. No he comprado cotonitos y entonces hago uno artificial que en cualquier momento termina con su naricita.
3. Prometí darle LM todo el tiempo posible, desistí al mes por tener que tomar mucha leche y comer yo más de lo que mi cabeza me permitía.
4. Quería dedicarme 100% a él, sin embargo, el trabajo y la universidad me ha obligado dejarlo con la nana.
5. He estado más de 4 días separada de él a pesar que por fuerza mayor, me he mantenido lejos, por más que prometí que nada ni nadie me obligaría a eso.
6. Lo he ocupado de escudo, entre mi suegra y yo.

Y podría seguir enumerando pequeños errores, que me hacen peor madre de lo que quisiera ser, pero escribo porque siento que me sirve como catarsis, como manera de darme cuenta que debería mejorar, que no debería seguir así, que no debería criar con tanta culpa.

Inspirado en: http://celesteazul.wordpress.com/2013/09/12/mas-mala-madre/

sábado, 27 de julio de 2013

Bautizo JP

Mi primera entrada que olvidé completar...

El sábado recién pasado (08-07-2013) fue el bautizo de nuestro hijo y me gustaría compartir con ustedes mi experiencia.
Esto de ser padre, al menos para mí, es un proceso lento  en el cual cada día voy tomando un poco más de conciencia de todo lo que significa e implica. Y el día del bautizo de Juan Pablo fue un día muy especial en ese sentido.

El sacerdote que bautizó a Juan Pablo ofreció una homilía a modo de charla de catequesis en la cual destaqué hartas cosas las cuales iré detallando con las reflexiones que hice.

Lo primero es que uno modela de alguna forma a su hijo teniendo una cierta manera de ser, aunque no lo creamos pensando que son muy pequeños desde un comienzo, ellos nos miran, se fijan en nuestros actos, en como reaccionamos ante las situaciones, en nuestros modales y tantas otras cosas. La lección que se da de esto es que es necesario modelar  a nuestros hijos siendo modelo para ellos, es decir, educar con el ejemplo. Para mi esto ha significado que desde ya debo de cuidar como me comporto con Juan Pablo aunque han habido ocasiones en las cuales se me ha olvidado.

En segundo lugar la forma en como uno influye en el comportamiento de su hijo. Como lo veo ahora debe ser mediante un liderazgo basado en la autoridad. Ahora ¿a qué me refiero con esto? a un liderazgo que surge naturalmente del hecho de querer a nuestros hijos y que ellos viendo que los queremos y que las cosas que les hemos dicho antes han sido para hacerlos crecer (precisamente el origen de la palabra autoridad es del latín autoritas cuya raíz proviene de la palabra augere  que significa aumentar, promover, hacer progresar) obedezcan o mejor aún hagan suyos el consejo que se les dió. Es el amor que se les tiene lo que permite mantener el nexo con ellos.

La tercera idea que recuerdo decía que cuando se de el despertar de la conciencia de Juan Pablo se diese cuenta de que estaba en un hogar católico y que el amor sería lo que mantuviese el pegamento de la fe transmitida por nuestros padres. Quiero que Juan Pablo haga suya libremente esa tradición de la fe que es el mayor regalo que le podemos transmitir y que se empezó a transmitir cuando lo llevamos a bautizar.  Ese regalo que es vivir en la comunidad de los hijos de Dios amando a otros y a Dios.

Y lo ultimo que no salió en el bautizo pero que es muy cierto es que si queremos a nuestros hijos con todo el corazón podrán aunque sea de lejos imaginar como es que Dios les ama.






Conciliación

Estoy muerta de miedo. Juan Pablo recién tiene dos meses y una semana, y el día martes, sin posibilidad de realizar otra cosa, retomaré mis estudios de literatura. No quiero. No quiero dejarlo solo, aunque literalmente no sea así y yo vuelva en dos horas, pero siento culpa. Culpa, porque sé muy bien que quería antes que naciera Juan Pablo, pero no sé muy bien que quiero ahora que él está acá. Me gustaría poder llevarlo conmigo, que hiciese mejor tiempo y que me acompañase, aunque no estoy segura si eso es lo mejor para un bebé. Quizás lo mejor sería tener la posibilidad y la valentía para quedarme en casa y dedicarle un cien por ciento de mi tiempo, pero no sé si quiera realizar eso, si me sentiría totalmente feliz no estudiando o sin hacer clases y por lo mismo, no sé si podría transmitir esa felicidad a Juan Pablo. 
La única claridad que tengo es que deseo, con todas las fuerzas, que Juan Pablo sea feliz, desarrolle al máximo sus potencialidades, crezca rodeado de una familia que lo ame, que tenga una relación fuerte con su padre, que nos vea a su papá y a mi felices, no sin problemas, pero si felices, cercanos a Dios. Pero tengo miedo, no quiero volver a ese espiral de creer que puedo con todo, con la Universidad, la casa, el trabajo y con mis propios miedos. No quiero sumergirme en el torbellino en que la gran cantidad de actividad me hace olvidar esos miedos profundos que aparecen cada noche y el agotamiento diario me hace ir desapareciendo más rápido, no puedo. Hoy no puedo. Juan Pablo está ahí recordándome que vale la pena seguir viviendo, dolida, confusa, molesta, sin certezas. 

Yo quizás no es lo que hoy deseo, pero sí lo que he deseé o lo que creo me permitirá sentirme mejor a largo plazo, pero no puedo dejar de pensar en todas esas personas que no salen de su casa porque "quieren o quisieron", sino que ven la necesidad de dejar a sus bebés, a cargo de otras personas, que a su vez se han postergado y también han dejado a sus bebes a cargo de otros, etc. Duele, duele porque desde que nació Juan Pablo me doy cuenta de lo agradecida que debo estar de tener ciertos medios económicos, para poder vacunarlo, para poder dejarlo con alguien que lo estimule, para no tener que sacarlo de la casa a pesar del frío, para poder comprarle la leche que no pude darle.
Creo que la sociedad en conjunto con el estado debería garantizar la posibilidad real que las mujeres concilien sus expectativas laborales, sus posibilidades de profesionalizarse con ser madres y esposas. Ahora me doy cuenta de lo egoísta que muchas veces fui con mis amigas madres, no darse el tiempo de ir a verlas, no ofrecerme a quedarme con el pequeñín, no ayudarlas con las tareas de la casa o simplemente, no ser un oído más atento, de cierta manera no es ayudar a  conciliar dos puntos que permiten el desarrollo de la persona en su totalidad, porque es distinto alguien que no desea seguir el camino profesional, a la que lo omite por miedo, por falta de redes de apoyo. Ya que a pesar de que su entrega a su familia sea sincera, más tarde que temprano, cuando cada uno de sus hijos crezca, seguro sentirá un vacío por eso que dejó de hacer y es justamente esto lo que como sociedad debemos evitar.
No sé muy bien cómo desde las políticas públicas esta situación mejoraría, porque creer que un aumento de las salas cunas, la extensión de horario escolar, los programas "after school", permiten que las madres trabajen tranquilas, me imagino es más una falacia, un slogan de campaña, que una realidad. Quizás si una mujer se le permitiera realizar ciertas labores desde su hogar, si ella así lo desease, o llevar a su hijo al trabajo si esto fuese compatible o sala cunas en el mismo lugar en el que ella trabaja y no a dos horas, ayudaría a que estos aspectos pudiesen ir acercándose, achicando esa brecha que hoy parece imposible de cerrar, sobre todo si los medios económicos no son suficientes.
Les dejo un video que me ha motivado a escribir esta entrada; porque me duele pensar que quizás en otro contexto, seré yo la que cantaré canciones para otros niños mientras a Juan Pablo otra persona le canta.


lunes, 15 de julio de 2013

Día a día

Ser mamá me ha transformado, no sé muy bien cómo ni los alcances de esto. La Palu dice que perdí mi rudeza y yo a veces pienso que tiene razón, porque o si no no lloraría al ver como Juan Pablo bosteza o no se me llenaría el corazón cuando me mira tan fijamente mientras le doy su leche. He cambiado y no sé si me importa tanto, me duele no poder desterrar ciertas cosas y en las manías más detestables seguir siendo la misma. Pero me he sentido mucho más indefensa, mucho más necesitada del resto, ya sé que para esta pequeña criatura lo soy todo, sin embargo yo ya no tengo todas las respuestas y verdades y necesito encontrarlas en mis amigas que saben más, en mi madre, en Rodrigo, en mi padre, en Dios. Necesito volver a él, que él conteste mis preguntas. 

La sonrisa de Juan Pablo me recuerda esa eternidad a la que está llamado y el ejemplo que quiero ser para él ¡pero cómo me cuesta! ¡cómo me cuesta salir del egoísmo, desterrar tantos miedos! Es impresionante como deseo que quiero que sea feliz, protegerlo. Protegerlo, pero no lo suficiente para que sea capaz después de preparar las dificultades, estar siempre ahí para que sepa cuando, cómo y donde volver si es que está sufriendo... y si falto, y ¿si no soy lo suficientemente capaz para quedarme todo el tiempo?

La vida familiar gira en torno a Juan Pablo, pero he aprendido lo importante de darle un espacio a Rodrigo, él necesita estar feliz, sentirse cómodo, para ser el mejor papá, el papá que quiere ser para Juan Pablo... Porque no basta leer cuanta teoría hay en internet o cada libro acerca de cómo criar un bebé, todo eso sirve, es cierto, pero finalmente el instinto, lo que a ti te gustaría que te hicieran, cómo te gustaría que te tratarán es lo que permite ir construyéndose como padres.

Porque para nosotros Juan Pablo, es una personita que siente, que sabe, que puede pensar, recordar y en el fondo, no es una tábula rasa, sino que tiene su personalidad, su carácter que debe ser educado, que vamos conociendo cada día y que intentamos saber a diario qué es lo que le gusta, qué es lo que lo molesta, qué es lo que lo hace reír.

Juan Pablo ama dormir en brazos y no hay nada que lo relaje más que estar en brazos de mamá, papá o tata durmiendo, puede dormir cuatro horas seguidas sin moverse ni un poquito, le gusta el fular pero solo para dormir, le cuesta meterse ahí adentro, se siente un poco apretado no sé si le gustaría pasear en él mucho rato. No disfruta mucho del baño a no ser que esté todo tapadito de agua y sienta el agua recorrer todo el cuerpo, odia por sobre todo el frío... Juan Pablo no llora mucho, grita cuando algo le molesta... su peor tragedia son los cólicos de media tarde porque le ha costado hacer poops... ama cuando el papá le canta "Francisca es una avispa con mucha chispa" , le gusta escuchar su voz por celular... quisiera no olvidar ningún detalle de él, conocerlo hasta lo más mínimo para saber cuándo estar y cuándo dejarlo conocer el mundo solito.

miércoles, 19 de junio de 2013

1 mes

Mañana es 20 de Junio y se cumple un mes desde que JP llegó a alegrarnos la vida...ciertamente las primeras semanas ( yo diría las 2 primeras) son las más complicadas, luego él y tú se van conociendo y las cosas se hacen más llevaderas, ya no parece que el corazón se fuese a salir por la boca en cualquier momento, ni hay tanta desesperación si no se duerme- o se duerme- muy pronto.
Durante este mes, ha ocurrido un acontecimiento muy importante a nivel familiar ¡Juan Pablo se bautizó! Esto para una familia católica como la nuestra significa una gran alegría y responsabilidad, nuestra misión sobre todo es llevar a JP al cielo,darle ejemplo y cuando ya se dé más cuenta, "despierte" en una familia llena de prácticas cristianas. En pro de esto lo llevamos por primera vez a Misa, lloró un poquito, pero en general se portó perfecto y yo por fin pude concentrarme tranquilamente sin pensar cómo estaría en casa. También cada noche le repito oraciones y en uno de los tantos paseos diarios intentó, INTENTO, rezar el Rosario... ¿Cómo lograr que con el paso del tiempo esto sea natural para él? 
Las experiencias de transmisión de la fe en nuestras familias han sido tan diversas, que no sabemos muy bien, a parte del regalo de Dios, lo que hizo que hoy creyésemos y practicásemos.
Quisiera que Juan Pablo tuviese la certeza que sea como sean sus padres o como le toque la vida, Dios está ahí, porque finalmente eso es lo que siempre sostiene.
En la próxima entrada les contaré de Juan Pablo y su visita donde los abuelos y del frustrado regalo del día del padre.

miércoles, 12 de junio de 2013

Diversas visiones

Antes de que naciera Juan Pablo decidí medio inconsciente no leer mucha teoría acerca de la maternidad, quizás por miedo o porque me estaba costando asumir un poco esta nueva etapa, pero a medida que pasaron los meses y gracias a diversas amigas que estaban embarazadas y a Claudia fui descubriendo videos y páginas acerca de "parto respetado", "crianza con apego", "lactancia prolongada" y un sin fin de teorías que poco a poco me fueron haciendo click, tanto al estudiarlas como al mirar mi propia vida y descubrir que mucho de lo que ahí decían tenía totalmente sentido.
Por diversos motivos y por falta de valentía no estoy dando pecho, sin embargo, creo profundamente en la necesidad de establecer ese vínculo de cualquier otra forma, quiero que Juan Pablo me sienta totalmente cercana y disponible para sus necesidades, porque estoy segura que si se da cuenta que siempre voy a estar ahí, no necesitará después andar probándome. Esto ha resultado un poco agotador y  también se han encendido luces de alerta en mi círculo más cercano, "lo estás malcriando", "no puedes hacerlo dormir en brazos", "no lo acuestes en tu cama", pero cuando lo tomo en brazos o lo dejo en mi cama y ambos nos sentimos tranquilos, no puedo creer que le esté haciendo un daño, solo pienso que esa es mi manera de que sepa que estaré ahí, siempre, en esos pequeños gestos. Es agotador porque hay veces que la espalda ya duele de andar cargándolo o quisiera volver a ser muy independiente y entonces que se quede al cuidado de cualquiera, pero ¿si tiene recién 24 días alguien más que su padre y yo podrá distinguir sus tipos de llantos? seguro que no y seguro que después cuando tenga 3, 6, 9 meses nadie podrá estar más atento a sus necesidades que nosotros. No es que entonces el bebé no comporta con nadie más y no confíe su cuidado a nadie, sino que quiero aprender a conocerlo a cabalidad para estar siempre atenta a lo que necesite.
Creo que Juan Pablo nos necesita, porque debe estar asustado de venir a este mundo, de haber salido de su ambiente abrigado y por eso quiero estar ahí para ir mostrándole todo de a poco. 
Ahora estoy leyendo los libros del pediatra Carlos González, vale la pena leerlos. Creo mucho de lo que dice, los niños no son malos, ciertamente tienen la tendencia a lo fácil y al placer como todos, pero "reprimiendo" todo eso dejándolos llorar no necesariamente desarrollarán las virtudes que nos interesa como familia inculcarle. Porque me interesa que sea independiente, seguro y que luego cuando grande pueda hacer fácilmente el vínculo que Dios lo ama como lo han amado siempre sus padres, siento que es ahora cuando solo tiene 23 días que debo estar ahí, siempre, ayudándolo a conocer el gran universo en el que está inserto y si eso significa estar con él en brazos muchas horas, besarlo, cargarlo, no dejarlo llorar, dormir con él...lo seguiré haciendo aunque me repitan mil veces "déjalo en la cuna, se dormirá solo, no lo malcríes", porque por esta vez quiero escucharme.

martes, 11 de junio de 2013

22 días

Hace 22 días tengo a mi bebé en brazos. Es toda una experiencia. Se ha acabado el embarazo y el período de nueve meses que pensé me terminaría matando. Finalmente tengo  a Juan Pablo acá, tan real, tan perfecto, con sus manitas, sus ojitos despiertos y con su personalidad, su ansiedad al comer, sus crujidos  al estar acostumbrándose a estar afuera, sus pestañitas, su respiración agitada. Y mi miedo.
La alegría que parece abarcarlo todo se confunde con el miedo a  fallar, a no llegar a tiempo, a dañarlo, a qué le pase algo, que la vida me cobre al fin la cuenta que le debo y de una buena vez todos los intereses. Cuando se queda tranquilito pegado a mi en su fular, me parece que el mundo parara, que existiese una segunda oportunidad, que seré capaz de contenerlo, de saber si necesita algo, de no dejarlo. 
Juan Pablo en sus 22 días me ha devuelto la vida y la esperanza, me confunde y desarma mis planes. Es tan cierto eso de que cuando nace un bebé también nace una mamá, porque yo desde ese 20 de mayo soy otra, estoy buscando qué significa y cómo quiero ser mamá de Juan Pablo, estoy tratando de responderme el qué pasó con todos los planes anteriores, cuáles de los sueños y deseos vale la pena conservar y cuáles ya no van más porque ahora todo depende de él, de lo que le conviene, de que lo hará feliz.
Juan Pablo vino a modificar tantas rutinas en casa... que esta nueva familia (no solo nació un bebé, una madre y un padre, sino que también una nueva familia) ya irá contando sus experiencias.
Solo quiero afirmar y volver a afirmar que tener un bebé cambia la vida... te da nuevas alegrías y te reinventa.